«Nunca se supo». Poemas de músicos chilenos

El libro debe su nombre a la canción del legendario Payo Grondona, e invita a descubrir la faceta poética de 56 músicos chilenos. Se trata de un espacio en el que la palabra se sostiene por sí misma en la intimidad del papel y el silencio: una exploración profunda en la que los artistas de la canción trasladan su sensibilidad desde la música al verso y que los desafía a escribir sin el sustento sonoro de su propio arte.

Algunos que ya no nos acompañan como Payo Grondona, Patricio Manns, otros de reconocida trayectoria como Pancho Sazo, Joe Vasconcelos, Fernando Ubiergo, Pedro Villagra, Mario Rojas, otros más presentes en los circuitos nacionales como Manuel García, Francesca Ancarola, Magdalena Matthey, Juan Sativo, Colombina Parra, La Chinganera, Nano Stern, Tata Barahona, Paquita Rivera, Claudia Stern, Rodrigo Qowasi, o con destacada presencia internacional como Mon Laferte, junto a varios más.

“Este es un libro de poemas escritos por músicos, algo que nos parecía necesario e inédito en Chile: artistas con sensibilidad en la relación palabra-sonido produciendo textos sin su elemento natural, la música. Conocimos, así, otro aspecto de su creación, fuera de su zona de seguridad y que implicó, asimismo, modestia y confianza. Mostrar un poema es, en efecto, un acto de confianza profunda”, dice Joaquín Miranda Puentes, uno de los antologadores.

Resulta fascinante observar cómo los participantes abordan este desafío desde diversas perspectivas. Algunos, como Francisco Sazo de Congreso, lo hacen desde una humildad extrema, acuñando términos como «casi-poesía» para referirse a su trabajo, como si existiera una frontera insalvable entre el músico y el «poeta verdadero».

Otros, como Juan Sativo, ven en la escritura una extensión natural de su compromiso político y social, una manera de reivindicar la función pedagógica y emancipadora del arte. Y están aquellos que, como señala Javier Barría, confiesan un «pavor tremendo» ante la página en blanco sin el refugio de la música.

Por su parte, Chinoy señala que este desafío «es un experimento que busca azuzar a los cantautores para que descubran su cercanía con la evocación  de la palabra. Una manera de desperezar el imaginario y asombrar la capacidad de ingenio»…

Al principio, la música y el poema eran un solo cuerpo. La poesía, la música, la plegaria y el rito estaban unidos. Y siempre quieren volver a esa condición primigenia, como imanes. Este es un libro de poemas escritos por músicos sin su elemento natural y esencial, la música. Ver cómo solucionan y enfrentan el poema es un desafío que nos muestra otro ángulo de su obra y a la vez nos pone de frente ante problemas de poética y estética esenciales.
-Germán Carrasco